jueves, 4 de septiembre de 2008

Aborto

El instinto maternal es una falacia. “Yo no quiero ser mamá, no me veo cuidando niños, es más no sirvo para eso” me dice una amiga cada vez que sacamos el tema y no me admira su postura, no la critico, es más hasta la apoyo. La pobre es un desastre con sus sobrin@s, poco la he visto cargando bebés, no me gusta cómo trata a sus mascotas ni las plantas se le dan. No es desorganizada, ni egoísta. Por el contrario es una de las mujeres que más admiro por su fuerza y por su capacidad de entrega pero tampoco tiene cara de querer hacerse cargo de alguien más. No es mi único ejemplo. Tengo otra amiga dedicada de lleno a su trabajo. Tampoco quiere ser mamá ni ahora ni muy probablemente en los próximos años, sino es que nunca. No tiene tiempo ni quiere hacérselo, además una pañalera no le vendría bien con el bolso, con los zapatos, con la lap, con la agenda, con el celular ni con todo lo que carga. Para ellas, tener un bebé les resulta fuera de planes. Sin embargo deberán esconderse si algún momento dado el anticonceptivo falla. Podrían ser vistas como criminales si decidieran no parar su vida por atender otra, e incluso se exponen a ser a morir.

Después de cuatro días de discusión, se confirmó la validez de la reforma que aprobó la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en abril de 2007, para despenalizar el aborto en las 12 primeras semanas de embarazo. La medida permitirá que las mujeres que así lo decidan, libre, informada y voluntariamente puedan seguir acudiendo a las instituciones de salud del DF a abortar en las primeras 12 semanas de embarazo sin la amenaza de ir a prisión. Además se protegerán los derechos de las mujeres que recurran de manera voluntaria a un aborto. Con esta ratificación quedan los Estados libres de hacer reformas en sus constituciones para despenalizar el acto. Ahora bien ¿Michoacán está preparado? Es más ¿Acaso se tocará el tema?

La realidad es que según las estadísticas las adolescentes empiezan su vida sexual desde los 14 años y como a las estadísticas hay que creerles poco, digamos entonces que muchas de ellas no han obtenido el certificado de secundaria cuando ya conocen uno o varios penes. Por malas o buenas decisiones pero sigue sucediendo, paradójicamente nos empeñamos en negarlo. Vivimos en una sociedad moralista donde los padres no aceptan la vida sexual de l@s hij@s e incluso ni siquiera lo aceptamos entre nosotr@s. Jugamos entonces al “aquí no pasa nada” mientras las mujeres siguen muriendo por “no quedar mal”

Evaluemos el caso de la niña bien que ha quedado embarazada pero por temor a sus padres y a la sociedad no va a dar tal disgusto. Tal vez pueda conseguir los 20 o 30 mil pesos para el legrado. Busca a un doctor que puede no ser de su entera confianza pero se ha “prestado a resolver su situación”. El que caiga es bueno con tal de salir como si nada de la clínica. Si sale. Para ella no hubo tanto problema porque tenía el dinero, puede que apoyo de la pareja, los medios, las amistades metiches. ¿Y si trasladamos esta historia en una mujer de clase media baja? A ella sus amigas le ha informado de unas pastillas mágicas que puestas como óvulos se encargarán del problemita. Salen baratísimas y las pueden conseguir con un muchacho “súper informado del asunto”. No se dieron cuenta que lo que le recetaron fue ácido, pudiéndole provocar no solo el desprendimiento del producto sino daños en el útero (infecciones, quemaduras, llagas, perforaciones… la muerte). ¿Estamos destinadas a seguir haciendo las cosas a escondidas?

El hecho es que sucede: en México las mujeres mueren debido al silencio, por miedo al qué dirán, es culpable la doble moral manejada en la casa y en las escuelas. Puede que yo quiera ser madre algún día pero respeto las decisiones de quienes no lo quieren o sus condiciones se lo impiden. Despenalizar el aborto no es fomentar la promiscuidad ni el descuido. Dependerá de la sociedad y nosotros educarnos para ser responsables, tomar decisiones inteligentes. En base a una libertad real, no simulada.

1 comentario:

Édgar Omar Avilés dijo...

Hola, Éricka.
Un afectuso saludos bloggero.