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Amorosos
“han perdido no solo la cuenta de sus días sino que el amor les ha estropeado la memoria: ahora son el principio y el fin de sus propias historias…” Gaspar Aguilera
“Nada se parece a tu piel…” y fue inevitable suspirar escuchando a Gaspar Aguilera. En realidad siempre una acaba suspirando cuando aparecen sus palabras. Nos dejó un delicioso sabor de boca, es un placer escucharlo, leerlo. La tarde se llenó de placeres en la cafetería de la Casa de la Cultura en Morelia. Escuchamos leer a algunos poetas sus obras, su versión del amor, del goce, todo aquello implícito en el erotismo. De eso se trataba: conjugar visiones diferentes para finalmente llegar al romántico, al amoroso contemporáneo al que sufre porque el amor para cada uno de ellos (o de nosotros, por qué no) es un padecimiento eterno. El devenir constante entre la ausencia, el pasado, los recuerdos, el presente. El amar con intensidad de grados prácticamente mortales. Siempre entregar, darse y encontrar en el naufragio otra razón para escribir.
Por eso la tarde del viernes pasado fue especial aunque tuvo sus bemoles. Entiendo que por parte de la Secretaría de Cultura (sí señores, todavía existe) se están realizando mesas de lectura con un tema específico. En esta ocasión el tema fue erotismo. Cada invitado leyó un par de textos. Más bien el menú fue bastante variado, donde abundaron cuentos, un par de ensayos y mucha poesía. Conocimos de quien se autodenomina piesófilo, un personaje bastante chusco amante de los pies y de los zapatos femeninos , enemigo de la tortura de las botas mientras tiene cierta fascinación por las tiras que dejan los dedos insolentemente al desnudo. Por supuesto abundaron las historias de cabarets, hoteles de paso y prostitutas. El común denominador en este tipo de encuentros sigue siendo lo etéreo, hasta cierta forma inalcanzable. Uno bien puede imaginarse el ambiente oscuro, los personajes cachondos, el sudor, la música, las ganas…
Pero si bien tuvimos la oportunidad de compartir con ellos las pasiones, debo decir que me quedé a la mitad. Desconozco la dinámica para elegir a los invitados. Confío en los buenos gustos del departamento de literatura (por si las dudas, expresé mi deseo de leer un día de estos como siempre: alzando la mano como niña pequeña diciendo yo quiero, yo quiero). Es que indudablemente hicieron falta las visiones femeninas y si bien siempre se agradece contar con autores de trayectoria, nunca sobra conocer la visión de los contemporáneos. Aunque por lo visto, la “nueva ola” tienda a escapar de esos formalismos de mesas de lectura (pero eso luego lo criticamos). Hizo falta contraste, porque aún con la aparente diversidad de la mesa se puede ver al fondo la misma línea, la misma escuela e incluso situaciones similares. Material existe, es solo cuestión de voltear hacia otros lados. Me hubiera gustado escuchar a las escritoras hablando de sus amantes, sus fantasías, sus momentos. Seguro hubiéramos tenido mucho más en complicidad.
Al fondo de la sala mientras el oído prestaba atención, los labios cuchicheaban. Después de 6 escritores diferentes llegó el momento de la duda. “Me parece gracioso” le dije a Milton “ninguno de ellos es un Adonis y la mayoría son solteros” “Los Adonis están demasiado ocupados para escribir mi querida Erika” (es la diferencia entre simplemente narrar alguna experiencia o postura y hacer literatura). Lo dicho, me rodeo de gente sabia.
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