sábado, 22 de noviembre de 2008

Muñecas Adentro

Me encontré con el amarillo de Luis Guzmán. Fue lo primero que vi cuando llegué a la expo de fotografía, pienso que nadie podría hacer mejor ese trabajo de colores chillantes, contrastantes a su personalidad retraída. Él se considera depresivo, yo más bien lo considero como autista, con el encanto propio de los creadores, siempre en introspección.

Sábado 8 de la noche dentro de una plaza en construcción de ser muy nice. Tarde para variar, subo corriendo las escaleras eléctricas, al fondo la gente platica, brinda con su artista. Los tonos resaltan, las fotografías contrastan y todas, muestran las obsesiones de Luis: la femineidad, la mujer, la perfección, la belleza, pero sobre todo, la luz. Ahí está la serie de diez fotos llamada Muñecas Adentro. El lugar resultó ser el ideal, el cliché femenino adulto ¿Qué mejor que estar rodeado de aparadores y compras? Desde ahí intuimos el juego.

No puedo tener otra opinión más que decir “la exposición es muy Luis” y para quien no conoce al fotógrafo puede imaginárselo: físicamente, muy delgado, flaco de hecho; alrededor de 170 cm de estatura, pelo corto, una barba que intenta salir, piel aceituna, es más, si él tuviera un color sería ese, verde olivo; mueve mucho las manos de largos dedos cuando habla; mirada expresiva, sus ojos intentar salir para conversar también. Su manera de ser versátil le ha mostrado el mundo, por eso puede darse el lujo de jugar con gamas chillantes o con sombras profundas. Todo el tiempo está en constante pregunta (tal vez por eso sus silencios prolongados), es sumamente observador, aprehensivo, tiene un aire nostálgico; sin embargo no entra en el clásico artista oscuro, es más bien, un chico popular, invitado a todas las fiestas; no le aterra perder la pose ni el estilo, tampoco le interesa descubrir en su obra la reivindicación de la fotografía ante el diseño, al contrario, él explota cualquier recurso para crear imágenes.

Las muñecas muestran el lado infantil, juguetón, que no inmaduro del autor. ¿Por qué muñecas? “Porque siempre me han gustado las niñas, así chiquitas, y me gustan sus rasgos, sus gestos, y aunque me atraen las caras aniñadas no me gustan las adultas que se portan como bobas, por eso las muñecas, si te fijas todas son como mujeres aferradas a la infancia…” Así, representa en su trabajo aquello que ama y detesta, como para enfrentarlo, a su vez, enfrentarse.

Podemos encontrar en la serie, fotos sugestivas color amarillo, rosa y verde como aquellas donde predominan los grises y el negro. Pelucas, pestañas postizas, accesorios grandes, el busto de una muñeca vieja a medio peinar, de vestidos muy elegantes, con enormes ojos y rasgos delicados. Tal como es su ideal de mujer.

Las muñecas de Luis Guzmán son bellas, siniestras, nadie sabe qué se oculta detrás de su expresión. La cámara solo captó el momento en que salieron del baúl. Algunas esperan, otras cuidan, quizá una haga travesuras, todas irán a jugar.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Escríbeme Algo...

“No pertenezco a tu círculo de amistades” le dijo ella al pobre escritor de cuando en un descuido (de él), ella entró por casualidad a su blog. “Por eso l@s novios, espos@s, amantes o lo que sea no deben leer lo que escribes” , la recomendación le cayó cuando ya era tarde, cuando se había visto descubierto en su mundo alterno. Donde no era padre de familia, ni arquitecto, ni sabelotodo. Había descubierto una parte de él donde ella no era el centro de atención ni tenía sus caricias ni estaba presente en todo momento. Como buena mujer, se puso celosa. Y como buena mujer inteligente, no gritó, ni peleó, ni lloró. Solamente de manera ecuánime le dio la frase exacta para meterlo en conflicto, entre su pasión y su vida real.

Cualquiera que escribimos corremos el riesgo: los celos de la profesión o mejor dicho la intromisión. Los enemigos a la hora de hacer un texto son la familia, amig@s, parejas y todos aquellos asesores que se aprovechan de nuestro amor (respeto, miedo o lo que sea) hacia ellos. Siempre hay opiniones sobre el trabajo, o aún cuando no las haya invaden nuestro mundo cuando preguntan “¿de verdad tu escribiste esto?” horror, ganas de salir corriendo, de decir que no, que fue copiado de un separador de papelería. Ahora entiendo la soledad de l@s creador@s, pero sobre todo al escritor apartado, ensimismado.

Tuve un maestro que alega que sus textos fueron la causal de su divorcio. “¿Quien es esa mujer de la que hablas en tu novela? Porque no se parece a mí, yo no soy morena ni tengo las piernas frondosas, más bien soy delgada. ¿Es alguien de tu pasado? Espero que no de tu presente. Anda, dime, no me voy a poner celosa, como tampoco me puse celosa de la pelirroja, ni de esa tal Andrea, ni del fuego que provoca en ti. Porque si quieres me puedo pintar el cabello, aunque yo no encienda ni la mínima chispa en tus ojos…” En fin, cuando él le confesó que los personajes de sus letras eran solamente fantasías, ella le pidió abandonara su casa porque por lo visto, la propia esposa estaba fuera hasta de su mente.

También quienes de vez en cuando hemos dicho “yo escribo” nos encontramos con el típico “Ah ¿si? ¿Y que dirías sobre mi?” (Nada, es muy molesto tu protagonismo) o “¿Y por qué no escribes sobre el desastre social y el fin del mundo?” (Porque no quiero, de eso se encargan los periodistas) y justo en ese momento se pierde el encanto. Las ganas, si en algún momento existieron, desaparecen porque el trabajo se ve manchado por alguien ajeno.

Escribir implica tirarse desnudos. Empaparse de la hoja, romper el miedo y convertirse en tinta. Sin embargo, aún tenemos amarres, algunos que nos molestan, otros que usamos para no perdernos. Debido a esto pocos aceptan valientemente “soy escritor”. Porque el hecho de reconocerlo implica decirle al mundo cuántos y cuáles son nuestros fantasmas. O peor aún, deja abierto el umbral a la mente. Y no se puede negar que la autocensura tenga mucho de no querer herir susceptibilidades y ahorrarnos explicaciones vanas. De evitarnos esas preguntas incómodas ¿Quién es? ¿Cómo fue? ¿De verdad crees en eso? ¿Realmente sucedió?

Por eso nunca crean en alguien dedicado a las letras, ni todo lo escrito es real. ¿Cómo hacer entender que solo somos gente con mucha imaginación? No se, seguramente por eso a alguien se le ocurrieron los seudónimos, quizá. Pero debemos reconocer compañer@s: nuestro ego suele ser más grande que nuestro temor a perder la privacidad.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Lo que escuchaba cuando entró tu llamada...

Esto debería de estar en un post en el blog que aun no tengo.

De esto te tendrías que enterar de algún modo.

Estas horas deberían de dar frutos y madurarlos.

Debería contarte que estoy bien sin importar lo que suceda. Que aunque me preocupa no volver a encender, la luz la noche ya le sienta bien a mis ojos, a mis manos que se activan y parpadean, a mis pies aunque aun adivinen el paso siguiente.

Te llevaste la flor y me dejaste el florero, Calamaro canta bajito sin molestar a los vecinos. Mis textos cada día menos genéricos, más para ti, para nadie más.

Necesito aquí tus ojos, tus oídos, tu espalda para seguir escribiendo. Aquí hace falta que aparezcas y pongas orden, que te lleves la ceniza de los platos, que ahuyentes el frío y me regales la certeza de que seguimos vivos.

Mi reflejo es cada día más triste, mira cuantas letras para no decirte nada...

Mira… este post no significa nada





Ya conoces al autor... Edel Juárez