viernes, 23 de enero de 2009

Bésame

Despacito, mordelón, con o sin lengua, de preferencia los ojos cerrados, con las narices juntas, no importa cómo, el beso es lo más rico entre dos personas que se quieren o se gustan. Conocer el sabor del otro como si fuera un platillo y guardarlo en los labios, en los dientes, en el paladar completito.

Y no solamente me refiero al beso entre amantes. Aprendemos que besar es un acto de afecto (no siempre de amor) desde el que nos da la familia en los buenos días, al salir de casa, o cuando entre juegos recibimos el beso en la frente de mamá. Sabemos también que no se da a cualquiera, solamente a alguien especial. Porque aunque esté de moda saludar de beso, tenemos nuestras reservas ante desconocidos.

No hay reglas para los besos, aunque se reconocen algunos tipos como el de cachete, el de eskimal, el de piquito, el francés… en este nos detenemos por haber sido considerado escandaloso. Este impúdico beso va muy apretado, suele involucrar las lenguas de sus protagonistas y por lo tanto enlaza a quienes lo practican. Las buenas conciencias no entienden que justamente ahí radica el encanto, en involucrarse tanto hasta el punto de volverse uno.

Tal vez por eso intentaron prohibir los besos en Guanajuato. Hace unos días los medios de todo el mundo informaban de la aprobación de una normativa que sancionaba las manifestaciones apasionadas de amor en la vía pública con multas de más de 1000 pesos o detención de hasta 36 horas. Es decir, nos iba a salir bastante caro eso de querernos.

La medida generó asombro entre muchos mexicanos, que no se explicaban las razones para restringir este tipo de conductas. Era ilógico y ya me empezaba a imaginar que ante el apoyo a la regla, las sociedades moralinas comenzarían a tomar medidas igualmente absurdas. Como en mis años mozos en la preparatoria, donde era motivo de reporte caminar tomada de la mano con el susodicho. Sí, leyeron bien: tomada de la mano.

El alcalde de la ciudad se apresuró a puntualizar que la normativa tan sólo sancionaba los manoseos en las plazas públicas, que definió como "agarrones olímpicos". Pero no fue suficiente. Además ¿Quién define eso de “agarrones olímpicos”? ¿Hasta dónde un botón se desabrocha decente o indecentemente? ¿Cuándo una caricia se convierte en faje? ¿Una nalgada implica relaciones sexuales? ¿El beso nos vuelve indecentes?

Por favor, basta de complejos. A mí me soltaron una bofetada por darle un beso a mi novio… del kínder. Mi madre cual señora decente que es, iba a abofetear, a patear y a maldecir a la “educadora” quien intentó darme clases de moral, porque eso se aprende en casa y no se enseña con castigos ni miedos. Finalmente mamá ni se peleó con la maestra, ni me obligó a arrepentirme de ese “beso pecaminoso”, por el contrario me ha dado el mejor consejo que una madre puede darle a su hija precoz: tú conoce, date vuelo, ya luego cuando sepas lo que quieres te estabilizas.

Pero regresemos al tema: debido a la gran polémica que generó la iniciativa, el cabildo votó en sesión extraordinaria a favor de su revocación. Además, aprovechando la notoriedad que la controversia le dio a esta ciudad, el equipo de gobierno decidió lanzar una campaña publicitaria con la que pretenden que la localidad sea conocida como la capital mundial del beso. O sea que como no pudieron parar el amor, hay que sacarle provecho. Si el beso no se fue, entonces deberá ser redituable. Una medida igual de absurda.

En fin, en Guanajuato nadie estará castigado y yo sigo repartiendo besos porque es uno de los mejores actos de comunicación, un excelente ejercicio anti arrugas faciales y además quema las calorías que eliminaría corriendo 10 minutos. A usted le deseo mucho beso en su vida, si hay agarrón olímpico, mejor.

1 comentario:

Mr. VoX dijo...

BESAME MAAAAAAAAAAAAAAÁS!!!!!!


PERO MUUUUUCHO MÁAAAAAS, QUE NO VES QUE HOCICÓN ESTOY???


Y DEMONOS DE ESOS "AGARRONES OLIMPICOS", VARIOS MILLONES MÁS Y TAMBIÉN DE LOS OTROS, DE "CAMPEONATO MUNDIAL"....

Te amo!!!!, Chiquititaaaaaa...