miércoles, 16 de julio de 2008

Trasteando...

Después de una noche de películas, cuando l@s invitados partieron, hice lo que prácticamente nunca hago: lavar los trastes. Me declaro una inútil, chiqueada, consentida o como gusten, pero en efecto en casa no muevo un dedo: no se barrer, no se trapear, desconozco los líquidos limpiadores, solo se poner la lavadora (exacto, la lavadora) y lavar los trastes, aunque este último provoque estragos en mis dedos. Otra alergia ridícula: no puedo tocar el jabón de trastes sin que me pique la nariz o días después mis manos estén descarapelándose. Recuerdo una tarde cuando Kisath me platicaba que ella incluso instalaba los sockets de los focos mientras yo la veía con la boca abierta. Parece mentira, siendo hija de un profesor de electricidad y no sabía qué diablos era un socket...

Lavé los trastes para no encontrarlos apilados mañana, así poder zafarme diciendo "yo lavé los mios" sin dar pie a ninguna acusación, continuando mis últimos días de "vacaciones" tranquilamente. El trastero no estaba bien colocado, me di cuenta justo antes de poner el primer plato (fiu). Estúpida cosita desmontable! Mientras de un lado estaba perfectamente en su lugar, del otro lado se movia amenazando con caerse y tirar las tazas que ya tenia secándose (obvio, por orgullo o flojera no me preocupé por quitarlas antes). Derecha, izquierda, adelante, atrás, un poco, ya casi, así, así, así...... MALDITA SEA!!!! NO SE PUEDEEEEEE... Vamos Erika, no es posible que el trastero sea más fuerte recuerda que ya casi te vas y no vas a tener a nadie para salvarte, al contrario... otra vez este pensamiento: te vas, te vas, te vas.

Que ridiculez, llevo tres semanas diciendo adiós y nada. Me resulta ya una farsa decir "estoy fuera" cuando en realidad todavía veo mi imagen en el mismo espejo. Tres semanas de escuchar la lluvia, tres semanas de despedirnos con abrazos fuertes, tres estúpidas semanas que no disfruto ni me muevo ni me siento ni corro ni nada. Tres semanas para quien odia las despedidas ha sido demasiado. Tres semanas de insomnio. Tres semanas, tres semanas, tres semanas....

Y debo confesar que exagero, también han sido las tres semanas más felices del año. Alguien devuelve mis sonrisas, lo mejor de todo, me hace reir. Mis manos se acomodan perfectamente con las suyas, mi cuerpo en sus brazos y sus ojos caben en mi mirada. Si acaso, la única objeción que tengo es su manía por verme cocinar ( hasta sus intentos por celarme me parecen simpáticos ). Se que tengo poc@s pero muy buenos amig@s, ¿oportunidades de trabajo? puede que haya si empiezo a buscar como antes, de todas maneras no me pienso quedar mucho tiempo en Morelia, seguro algo puede salir...

Aunque no voy al escenario ideal, quedarme tampoco surge como opción. Se que debo salir para crecer en todos los aspectos. Aprender a barrer, a trapear, algo sobre líquidos limpiadores... y sí... aprender a cocinar. Lo más importante: enfrentar los fantasmas, los miedos, las tardes sin colores naranja. Ya no me quiero despedir. Ya no quiero irme pero no puedo, no me permito quedarme, sería demasiado fácil. Abrir tu mundo, tener mayor panorama. Vamos Erika, necesitas mayor sentido de irresponsabilidad...

Es sólo que me estoy cansando de este estira y afloja. Del me voy pero no me voy. De las angustias, de las nostalgias, de los planes, de no tener planes, de esperar. Estoy cansada de sufrir por mi ausencia sin saber si quiera si me iré...

Después de un golpe en la cabeza arreglé el trastero (ja! lo vencí!), lavé todo y me subí a escribir... de lo cual el 70% mejor lo borré...

1 comentario:

Karla dijo...

y cuando estas lejos, irremediablemente (al menos una vez cada día) viene a tu cabeza la idea de volver, pero el resto del día sabes que esa es la vida que mereces vivir ahora y sigues lejos con ganas de volver
snif!

www.paquitaesunadiosa.blogspot.com