lunes, 31 de diciembre de 2007

FIN DE AÑO (último paréntesis 2007)

Abrir empaque, sacar chocolate, llevarlo a la boca, sentir como se deshace en la lengua y en las manos, tomar aire, los dedos en el teclado, comenzar a escribir. Este artículo comienza muy dulce, así son estos días, llenos de chocolates, galletas, turrones o mazapanes. No puedo evitarlo, soy una golosa incorregible. Tal vez en enero me ponga a dieta, haga un poco de ejercicio y encuentre alguna manera de dejar el sedentarismo atrás. Pongámoslo en la lista de propósitos como el número uno.

Porque sí, cada año acostumbro a hacer mis propósitos que generalmente no cumplo pero me motivan. Esa es la verdadera función de los propósitos, motivar, hacernos creer que en el fondo no todo está perdido o no tan perdido. ¿Los más comunes? Bueno, los primeros ya los escribí, tengo también el firme propósito de comenzar a estudiar otra cosa, o por lo menos terminar el inglés, cambiar algunas de mis rutinas, tal vez encontrar un novio indecente y un par de amigas decentes. No figuran dejar de fumar, dejar de desvelarme ni mucho menos evitar el café, no por pose, sino por placer (por lo visto, el hedonismo también se queda conmigo este 2008).

El ser humano, desde que se puso de acuerdo con eso de la medida del tiempo, ha tenido cierta fascinación por aquello de finalizar un año y comenzar otro. Ha dividido pasado y futuro porque el presente nunca es suficiente. Se inventan mitos, ritos y otras curiosidades con aquello del tiempo. Amuletos sobran, el chiste es dejar los demonios, recibir las bendiciones del destino, porque lo mejor aún está por venir. La magia radica precisamente en tener guardados los ases bajo la manga.

Soy parte de aquellos que no sólo hacen planes a futuro, sino también las listas de aquello por despedir, utilizo los calzones rojos y los amarillos, prendemos velas, barremos hacia afuera las malas vibras, aventamos hacia dentro de la casa el dinero, comemos las 12 uvas, pido mis 12 deseos, salimos a correr con las maletas por la cuadra y regresamos medio sofocados, con los tacones arruinados pero con la esperanza de que este año sí nos iremos de viaje. ¿Supersticiosos? No, es de mala suerte. Por si las dudas, debo convencer a alguien que me regale un hilo rojo.

Despedimos el 2007, entre recuentos políticos, sociales, de espectáculo, todos. Haga su lista, de verdad suelen ser útiles. Los protagonistas de este año marcaron la historia y lo mejor de todo es que no sólo fuimos testigos, sino parte de ella. Un año más está terminando, brindemos por quienes están por los que somos, por aquellos que se fueron, por los que permanecerán, por las cosas buenas y malas. Porque el próximo sea mejor y así cada año transcurrido. Desde este paréntesis se incluyen los buenos deseos para tod@s. Muchos abrazos. ¡Salud!


**viernes 28, Cambio de Michoacán.



1 comentario:

Redmond Barry dijo...

feliz año. Resulta un tanto absurdo comer en diciembre para ponerse a dieta en enero. Yo también lo hago. Si fuera esa lo única cosa rara que hacemos...

Bonito blog, vendré por aquí más a menudo. Si quieres.

Saludos