viernes, 5 de octubre de 2007

contaminarse...

Ese fue el trato: contaminarse, en el buen sentido (lo dijo “el tigre” desde que le preguntaron cuál era la finalidad de tanto trabajo). Se rieron cuando mencionaron si era cuestión de ganancias “dinero no deja, al contrario, pero se puede convivir con los músicos, conocer y mostrar nuestro trabajo (…) de aquí salen muchas amistades.” En el fondo les gustan las cámaras, las fotos, pero sobre todo les gusta saberse escuchados.
“En Morelia es el único lugar donde se hace un evento tan grande, de tal magnitud”. Alejandro no quiso pecar de falsa modestia cuando aseguró “es la capital de los cantautores” y nadie nos atrevimos a contradecirlo, cierto es, las canteras resultan inspiradoras para much@s. Fueron declaraciones precisas, troveros, rockeros, poetas, todos locos, todos parranderos y trasnochadores. Todos “abusan del ron y la memoria”, porque son inquietos, porque buscan no sólo hacer poesía sino volverse poesía, es su común denominador. “¿A qué le escriben? A todo, nosotros escribimos de la realidad”.
Cuando llegué a donde se lleva a cabo el encuentro de cantautores, Fátima se moría de la preocupación, mentaba madres mientras trataba de organizar el sobrecupo del lugar, nunca esperaron tal respuesta (quienes sobreocupamos, tampoco). Llegaba cada minuto más gente, todos con la firme intención de robarse alguna reservación si no habían tenido la precaución de hacerla. Nadie podía perderse tal concierto, esperado por un año. Ella peleaba, se preocupaba, intentaba respirar, mientras Luis cínicamente le ofrecía un abrazo de tranquilidad. “Te queremos” “Yo también los quiero, pero me hacen enca%&#$@¬!”.
“Yo ya no me estreso, estoy acostumbrado a esto” me decía con la copa en mano, burlándose de la improvisada bocina atorada con servilletas en un intento de pedestal.
Adrián Gil fue el primer cómplice-partícipe de aquella noche (más las futuras), con sus letras, su música y sus anécdotas. Su romanticismo, sus canciones tristes porque cuando está feliz no se dedica precisamente a escribir. Insistió en la rebeldía mas no la terquedad. La libertad brindada por la literatura para quitarse la anestesia de lo cotidiano. Le siguieron los neurochoros de Genaro, un hombre lindo, abrazable, con dedos largos justo para acariciar el papel. Su forma de expresarse lo vuelve amoroso, su sonrisa es tan sencilla tan transparente, de esa gente sin complicaciones ni ganas de tenerlas. Simplemente fue él
Una hora después subió al escenario Edgar, esperado por un público en su mayoría joven. “Seguramente se tardó porque ahorita va a llegar con los tubos puestos…”. Tan emocionante como siempre “Y volver a perdernos…” el público no dejaba de corear, ni siquiera cuando tocaba los temas de su disco actual (que no tiene ni dos meses de haberse presentado). La gente parecía contenta con él y viceversa, a tal grado que la velada se alargó. Subió Genaro nuevamente, la mancuerna perfecta. Luego Yuri prometiendo volver en estas fechas. Me parece increíble como alguien puede retratar tan bien los sentimientos, mejor aún: hacer sentir cosas parecidas a más de 70 personas. Gracias por darle sentido a nuestra nostalgia, nuestro llanto, nuestra desesperación, nuestras sonrisas, nuestros días con sol. La noche terminó con varios suspiros, aplausos, emociones, muchas fotos. Sólo por esa noche, porque esto apenas va empezando….

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