jueves, 14 de junio de 2007

Shhh!!

Existe, antes de comenzar a leer o a escribir cualquier página un inevitable silencio. El silencio se escucha, se escribe, se habla. El silencio habita en cualquier situación y si se definiera al silencio no habría mejor palabra: espacio. Libre de sonidos comunica. Suele acompañar las mejores charlas y ni qué decir sobre la música. Es expresivo e incluso un silencio puede dar sentidos diferentes a los mensajes. Tiene extensión, puede ser medido por el tiempo y viene encarnado en el tiempo con lo que se constituye en una entidad de dos dimensiones: sonido y duración.

Los silencios siguen siendo intrigantes, misteriosos. Su valor en la mayoría de las ocasiones depende de las palabras que lo anteceden. Al mismo tiempo un silencio da valor a los sonidos a su alrededor. Está entre nota y nota, palabra y palabra pero también entre las personas. Se puede hablar sobre varios tipos de silencios, porque como ya he dicho, ocupa cualquier espacio. Encontramos entonces que puede representar ausencia, expectativa, dramatismo, reflexión, mentira, tranquilidad...

Según su definición científica, el silencio es la ausencia de vibraciones en el medio material que nos rodea. En ese sentido tiene que ver con la temperatura: en el cero absoluto los átomos no están vibrando y todo está detenido en una sopa de partículas subatómicas. El silencio por lo tanto implica quietud y frío al mismo tiempo. En el silencio perfecto no hay movimiento, no hay vida.
Los silencios también han formado parte importante dentro de la historia del arte. Dentro del cine y teatro no debe olvidarse la carga dramática que tiene un silencio. En la literatura, los signos ortográficos marcan pausas, silencios para respirar y continuar. Incluso en las artes visuales como la pintura o escultura se dejan vacíos que inevitablemente invitan al silencio, el análisis de la obra. La buena música es la mezcla perfecta de sonidos y silencios. A veces el silencio constituye al arte mismo como en el caso de los Conciertos para Apagar que se basan en la escucha atenta del conjunto de los sonidos continuos existentes en un local durante el proceso de ir apagándolos paulatinamente y en función de su situación e intensidad, hasta llegar al máximo nivel de silencio posible.

Silencios históricos como cuenta el astronauta Buzz Aldrin, segundo hombre que puso el pie sobre la luna minutos después que Neil Armstrong, el 21 de julio de 1969. Aseguró que lo que sigue recordando con más pasión de aquellos momentos fue la magnífica desolación y el extraordinario silencio que le acompañaron durante su paseo por la superficie lunar. Sin duda, la luna calla.

No deben olvidarse algunas escenas sobre cierto famoso barco en el cine: tras hundirse por completo el "Titanic", se iban apagando los gritos y los gemidos en el silencio de la noche hasta quedar todo callado, hasta que nadie fue escuchado. El silencio de la noche implicaba angustia, horror, el abandono.

Sin embargo también existen silencios que unen. Por ejemplo Joanne Woodward, actriz de cine y esposa del famoso Paul Newman, con el que lleva casada unos cinco lustros, a la pregunta de cómo fue que su esposo la conquistó, Joanne respondió que no estaba con él precisamente por cuantas frases amorosas le pronunciaba. Lo que en realidad la dejó perdidamente enamorada del astro fue todo aquello que se callaba. Y siguen enamorados, de lo cual se desprende que una de las parejas más sólidas de Hollywood se mantiene por los silencios.

Podemos platicar también sobre el utópico Coctel Silencioso que consiste en una reunión social sin palabras, completamente muda. Una exploración como ejercicio dialéctico que perturba y a la vez se legitima en un mundo poblado por palabras. La negación de las reglas sociales, donde el silencio expresa y no se guarda.

Silencios que conviven en una realidad que parece negarlos, sin embargo este y otros (muchos otros) espacios dejan claro entonces que el silencio hará de todo, excepto callarse...

1 comentario:

TheHinduBoy dijo...

Interesante.
A mi el silencio de alguien me puede llegar a matar.