jueves, 8 de octubre de 2009

Juanito

Juanito no solo es el personaje de Rafael Acosta, es la representación del político mexicano. Sí mi estimad@ lector-a, aquí si se puede aplicar el “tod@s son iguales” y a las pruebas me remito ¡Cómo no!

Cuando lo vi por televisión no podía creerlo, AMLO había llevado al extremo eso de que el poder es del pueblo “literalmente” (confieso: de verdad me encantaría entablar una charla con Rafa y preguntarle qué se siente desenmascarar al sistema). Pero no solo se quedó ahí. Después de tanta faramalla, que Juanito fuera el candidato a delegado de Iztapalapa, y una vez que ganara dejase su lugar a Clara Brugada, Obrador no solo firmó su sentencia de muerte política sino que dejó salir su peor faceta, un hombre aferrado al poder, en pleno desvarío, manipulador (y miren que confieso que antes hasta lo llegué a admirar, pero el pobre perdió la cabeza después del voto por voto casilla).

Al pobre de Rafael no le quedó otra más que aceptar, pero cuando ganó las elecciones les dijo que siempre no y a ver cómo le hacían para quitarle su lugar, que democráticamente había obtenido (n’ombre, si les digo que eso de la democracia es un buen chiste).

Lo mejor de todo fue la guerra de declaraciones que se vino después. Además de ver a Juanito haciendo circo, maroma y teatro para continuar en el poder. Le gustó el salario, le gustó la fama, pero para mí que lo que más le gustó, fue mandar. Al más puro estilo del priísmo dinosaurio o al más puro estilo de los gobernantes necios que actualmente están de moda.

Su cinismo se mostró tantas veces ante los medios que cada vez que Juanito abría la boca, los perredistas temblaban porque los dejó muy mal parados. No obstante, se apoyaba en el cariño del pueblo, porque así como Fox o como el mismo AMLO, se ganó a su gente en base al ridículo. Aún así, tenía la esperanza de obtener el apoyo del mismísimo Marcelo quien le paró en seco las ilusiones y lo mandó de regreso a donde salió: la nada. De Clara Brugada, mejor ni hablar que dejó muy lejos eso de los buenos modales y ser una dama, para dedicarse a defender el hueso a como diera lugar, tal como maestra democrática en plena toma de casa de gobierno.

Llegó Rafaelito, antes Juanito, muy contento a la asamblea con el jefe de gobierno capitalino (portafolio bajo el brazo y toda la cosa) para salir apenas 47 minutos después a declarar en rueda de prensa que después de rendir protesta el dia de hoy pediría una licencia de 59 dias “por cuestiones de salud” (¿alguien le cree eso?). A cambio le fueron concedidas tres direcciones territoriales y dos direcciones generales. Es decir, le aplicaron la de Vito Corleone: “una oferta que no pudo despreciar.

No contaron con el “muera el traidor del PT” que les regaló ante la asamblea en la toma de protesta. Quizá lo último que nos regale Rafaelito al público que lo seguimos y nos convertimos en su fan. A mí me cae rebien, porque demostró lo que los mexicanos pensamos sobre los políticos: tod@s son iguales y a las pruebas me remito.

Puntos suspensivos: el lunes llegaron a mi casa a desalojarnos una señora acompañada de dos autos que se identificaron como “una empresa de seguridad privada” y hasta patrullas. Alrededor de 20 personas para hacer presión contra cuatro integrantes de una familia (que no es michoacana). Lo raro de todo, fue que nunca presentaron una orden, ni avisos anteriores. Además de que llegaron a cobrar la deuda del dueño anterior (que desde hace 12 años no vive ahí)… ¡Bien por la justicia mexicana!

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