jueves, 8 de octubre de 2009

Octubre

No se si sea el hecho de que es Octubre y siempre duele, o mi impotencia ante el terror de mi hermano, o la desesperación por el dolor de espalda, o las nauseas que me provocaron los mensajes de bienvenida nuevamente al mundo, quizá me siento triste porque hoy no abrimos el negocio ya que la lluvia amenazaba con tirarnos nuestro techo improvisado (lo que implica pérdidas y cinco litros de salsas descompuestas), o porque tengo miedo de recibir otra llamada de despedida como la del año pasado, o porque acabo de hablar con la chilangaza familia y extrañarlas también duele, o porque no me siento la misma, o porque me pregunto lo mismo...

O tal vez no he superado todos los octubres y hoy se me quedaron atorados en la garganta...

Juanito

Juanito no solo es el personaje de Rafael Acosta, es la representación del político mexicano. Sí mi estimad@ lector-a, aquí si se puede aplicar el “tod@s son iguales” y a las pruebas me remito ¡Cómo no!

Cuando lo vi por televisión no podía creerlo, AMLO había llevado al extremo eso de que el poder es del pueblo “literalmente” (confieso: de verdad me encantaría entablar una charla con Rafa y preguntarle qué se siente desenmascarar al sistema). Pero no solo se quedó ahí. Después de tanta faramalla, que Juanito fuera el candidato a delegado de Iztapalapa, y una vez que ganara dejase su lugar a Clara Brugada, Obrador no solo firmó su sentencia de muerte política sino que dejó salir su peor faceta, un hombre aferrado al poder, en pleno desvarío, manipulador (y miren que confieso que antes hasta lo llegué a admirar, pero el pobre perdió la cabeza después del voto por voto casilla).

Al pobre de Rafael no le quedó otra más que aceptar, pero cuando ganó las elecciones les dijo que siempre no y a ver cómo le hacían para quitarle su lugar, que democráticamente había obtenido (n’ombre, si les digo que eso de la democracia es un buen chiste).

Lo mejor de todo fue la guerra de declaraciones que se vino después. Además de ver a Juanito haciendo circo, maroma y teatro para continuar en el poder. Le gustó el salario, le gustó la fama, pero para mí que lo que más le gustó, fue mandar. Al más puro estilo del priísmo dinosaurio o al más puro estilo de los gobernantes necios que actualmente están de moda.

Su cinismo se mostró tantas veces ante los medios que cada vez que Juanito abría la boca, los perredistas temblaban porque los dejó muy mal parados. No obstante, se apoyaba en el cariño del pueblo, porque así como Fox o como el mismo AMLO, se ganó a su gente en base al ridículo. Aún así, tenía la esperanza de obtener el apoyo del mismísimo Marcelo quien le paró en seco las ilusiones y lo mandó de regreso a donde salió: la nada. De Clara Brugada, mejor ni hablar que dejó muy lejos eso de los buenos modales y ser una dama, para dedicarse a defender el hueso a como diera lugar, tal como maestra democrática en plena toma de casa de gobierno.

Llegó Rafaelito, antes Juanito, muy contento a la asamblea con el jefe de gobierno capitalino (portafolio bajo el brazo y toda la cosa) para salir apenas 47 minutos después a declarar en rueda de prensa que después de rendir protesta el dia de hoy pediría una licencia de 59 dias “por cuestiones de salud” (¿alguien le cree eso?). A cambio le fueron concedidas tres direcciones territoriales y dos direcciones generales. Es decir, le aplicaron la de Vito Corleone: “una oferta que no pudo despreciar.

No contaron con el “muera el traidor del PT” que les regaló ante la asamblea en la toma de protesta. Quizá lo último que nos regale Rafaelito al público que lo seguimos y nos convertimos en su fan. A mí me cae rebien, porque demostró lo que los mexicanos pensamos sobre los políticos: tod@s son iguales y a las pruebas me remito.

Puntos suspensivos: el lunes llegaron a mi casa a desalojarnos una señora acompañada de dos autos que se identificaron como “una empresa de seguridad privada” y hasta patrullas. Alrededor de 20 personas para hacer presión contra cuatro integrantes de una familia (que no es michoacana). Lo raro de todo, fue que nunca presentaron una orden, ni avisos anteriores. Además de que llegaron a cobrar la deuda del dueño anterior (que desde hace 12 años no vive ahí)… ¡Bien por la justicia mexicana!

Metro...

Lo que nos faltaba: un asesino en el transporte metropolitano de la Ciudad de México. Esto me causa tantos sentimientos encontrados que no entiendo muy bien: ¿Luis Felipe es víctima de una sociedad intolerante? ¿Un fanático religioso? ¿Sociópata? ¿Un asesino cruel y despiadado digno de una película de acción con los hermanos Almada? ¿Alguien que no tuvo un buen día?

El 18 de Septiembre atardecimos con la noticia de un hombre que disparó a más de 5 personas en el metro Balderas, lo cual provocó algunos heridos y dos muertos. Algo no solamente impactante por el hecho en sí, sino porque las víctimas murieron en defensa de los otros pasajeros lo cual los convirtió automáticamente en héroes: “Al parecer, el hombre estaba armado con una pistola calibre 38 y dibujaba en las paredes de la estación cuando el policía que resultó muerto se le aceró para impedirle que siguiera con su cometido. Entonces, Hernández Castillo disparó contra el policía y contra un pasajero que se acercó para detenerlo. Después, se metió en un vagón del subte donde recargó el arma y volvió a abrir fuego, pero sin provocar más víctimas fatales. Un testigo del hecho declaró que el hombre empezó a gritar No tengo nada en contra de ustedes, esto es en contra del gobierno".

Seguramente se dieron cuenta de cuanto provocó este hombrecito entre los medios de comunicación. El mejor conocido como “asesino del metro” logró primeras planas en la mayoría de los periódicos nacionales. Lo han llamado loco, despiadado, e incluso algunos medios “serios” lo calificaron como imbécil. Al frente de cada noticiero, los líderes de comunicación manifestaron la indignación nacional ante “estos lamentables hechos aislados, provocados por algunos cuantos que intentan desestabilizar al país”.

El seguimiento a la noticia ha rayado hasta en el patetismo: las historias de vida de los héroes, los segundos de terror que vivió el primo de un amigo dentro de otro vagón del tren de otra estación, la mala racha que ha vivido la familia del culpable, más testimonios sobre la inseguridad en el transporte público…

El caso de Luis Felipe Hernández Castillo llega poco tiempo después de otro cuya similitud es la frustración, la desesperación, el hartazgo y un tanto de la estupidez provocada por la neurosis (admitámoslo: cuando somos neuróticos no pensamos claramente) ¿Recuerdan el avión de Cancún?

Y es que no se si estamos tan aburridos que magnificamos historias de buenos y malos, o en realidad la gente ya estamos hartos de padecer los mismos días con los mismos problemas por lo cual es necesario llamar la atención a toda costa hacia abajo, donde están los de la verdadera crisis, los que no encuentran un lugar, quienes solo son escuchados cuando gritan.

No me malinterprete mi querid@ lector-a. Yo también creo que deberían darle la pena máxima por haberle quitado a dos personas la vida, apoyo todo lo malo que pudieran pensar sobre él y hasta admiro a los valientes que intentaron detenerlo. Sin embargo no puedo dejar de pensar en su frustración, en su nube gris, en el enojo, en todo aquello que sentía que solo pudo expresar con fuego…

Y a veces también pienso en mi, en usted, en el otr@, capaces de perder el control cuando la vida solo se dedica a darnos de patadas. En esos momentos cuando el universo parece conjugar en nuestra contra, cuando las cosas se vuelven insostenibles y quizá haríamos cualquier cosa. Al llegar a este punto se me hace un nudo en el estómago…

Puntos suspensivos: ¿Por qué razón perdería usted la cabeza?