Lo que nos faltaba: un asesino en el transporte metropolitano de la Ciudad de México. Esto me causa tantos sentimientos encontrados que no entiendo muy bien: ¿Luis Felipe es víctima de una sociedad intolerante? ¿Un fanático religioso? ¿Sociópata? ¿Un asesino cruel y despiadado digno de una película de acción con los hermanos Almada? ¿Alguien que no tuvo un buen día?
El 18 de Septiembre atardecimos con la noticia de un hombre que disparó a más de 5 personas en el metro Balderas, lo cual provocó algunos heridos y dos muertos. Algo no solamente impactante por el hecho en sí, sino porque las víctimas murieron en defensa de los otros pasajeros lo cual los convirtió automáticamente en héroes: “Al parecer, el hombre estaba armado con una pistola calibre 38 y dibujaba en las paredes de la estación cuando el policía que resultó muerto se le aceró para impedirle que siguiera con su cometido. Entonces, Hernández Castillo disparó contra el policía y contra un pasajero que se acercó para detenerlo. Después, se metió en un vagón del subte donde recargó el arma y volvió a abrir fuego, pero sin provocar más víctimas fatales. Un testigo del hecho declaró que el hombre empezó a gritar No tengo nada en contra de ustedes, esto es en contra del gobierno".
Seguramente se dieron cuenta de cuanto provocó este hombrecito entre los medios de comunicación. El mejor conocido como “asesino del metro” logró primeras planas en la mayoría de los periódicos nacionales. Lo han llamado loco, despiadado, e incluso algunos medios “serios” lo calificaron como imbécil. Al frente de cada noticiero, los líderes de comunicación manifestaron la indignación nacional ante “estos lamentables hechos aislados, provocados por algunos cuantos que intentan desestabilizar al país”.
El seguimiento a la noticia ha rayado hasta en el patetismo: las historias de vida de los héroes, los segundos de terror que vivió el primo de un amigo dentro de otro vagón del tren de otra estación, la mala racha que ha vivido la familia del culpable, más testimonios sobre la inseguridad en el transporte público…
El caso de Luis Felipe Hernández Castillo llega poco tiempo después de otro cuya similitud es la frustración, la desesperación, el hartazgo y un tanto de la estupidez provocada por la neurosis (admitámoslo: cuando somos neuróticos no pensamos claramente) ¿Recuerdan el avión de Cancún?
Y es que no se si estamos tan aburridos que magnificamos historias de buenos y malos, o en realidad la gente ya estamos hartos de padecer los mismos días con los mismos problemas por lo cual es necesario llamar la atención a toda costa hacia abajo, donde están los de la verdadera crisis, los que no encuentran un lugar, quienes solo son escuchados cuando gritan.
No me malinterprete mi querid@ lector-a. Yo también creo que deberían darle la pena máxima por haberle quitado a dos personas la vida, apoyo todo lo malo que pudieran pensar sobre él y hasta admiro a los valientes que intentaron detenerlo. Sin embargo no puedo dejar de pensar en su frustración, en su nube gris, en el enojo, en todo aquello que sentía que solo pudo expresar con fuego…
Y a veces también pienso en mi, en usted, en el otr@, capaces de perder el control cuando la vida solo se dedica a darnos de patadas. En esos momentos cuando el universo parece conjugar en nuestra contra, cuando las cosas se vuelven insostenibles y quizá haríamos cualquier cosa. Al llegar a este punto se me hace un nudo en el estómago…
Puntos suspensivos: ¿Por qué razón perdería usted la cabeza?