domingo, 9 de marzo de 2008

Ellas

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el año pasado dediqué el espacio a ellos, quienes de alguna manera han hecho más completo mi género simplemente con su presencia. No cabe duda, el hecho de ser mujer lleva incluido al hombre por default.

Este año toca el turno a mis mujeres, a mis ejemplos de vida, mis cómplices. Las he conocido interesantes, de diferentes colores, tamaños y formas. Todas guapas e inteligentes. Cada una divertida, sentimental, de carácter fuerte. Simplemente son las mujeres perfectas. Les admiro y robo una pequeña parte de su visión de vida. No importa si no compartimos el mismo objetivo, el punto es que pertenecen a mis días, a mi forma de ser.

Martha es una mujer admirable. Mejor conocida como mamá. Cada día se pone más guapa. Tod@s mis amig@s la quieren y bueno yo, yo la adoro. De ella tengo el carácter, esa sonrisita callada cuando algo no nos interesa. La risa, sí mi risa es herencia materna. No compartimos gustos, ella es la feminidad andando en el vestir y maquillar. Yo odio maquillarme diario y amo mi pelo despeinado. Nuestros silencios nos delatan. La mirada triste de no estar conforme cuando algo ha salido de control. La obsesión porque todo sea perfecto, la torpeza para manejar un celular. Ella me hizo conocer a las otras tres mujeres que más amo en esta vida: mi abuela y mis tías. Con los ojos grandes (como los de Ángeles Mastreta) no sólo por su tamaño sino porque ven más allá del presente. Con ellas comparto no sólo como familia sino como amigas. Comprendieron que un hombre no les va a salvar la vida, ni siquiera a facilitársela. Trabajadoras, de piel fuerte, de ánimo más fuerte todavía.

Dory es esa hermana menor que nunca quise tener. La conocí hace más de diez años y desde aquel entonces pensé que tenía la boca muy grande y los ojos profundos. Hasta la fecha no me he equivocado. Ella habla cuando no debe, generalmente es imprudente, siempre ve aquello que existe detrás. Aunque no es bruja, médium o algo por el estilo, acostumbra adivinar el futuro. Su pasatiempo favorito es tener razón. Con ella he aprendido que uno puede tropezarse con la misma piedra y el mundo sigue su curso. De tal manera, uno debe seguir con el mundo. Su humor es más negro que el mío, no tiene miedo a ser sincera, no sabe y no le importa saber aquello que no le interesa. Es metódica, obsesiva, organizada. Siempre pone orden a mis ideas. Tiene los mejores chismes guardados para las tardes de café. Hemos crecido juntas. Soltera y sin compromiso (anda en busca).

Mimi Chocolat y Srita. Galleta fueron esas amigas que imaginé tener en la universidad. Ambas tienen el carácter fuerte. Sonrientes, pero cuando ha habido apagones en cierto sector de la ciudad es porque alguna de las dos se ha enojado. Y cuando se enojan lo mejor es esconderse. No queda de otra más que guardar silencio. Amantes de Lenny Kravitz. Mimi es intelectual, desorganizada y fiestera. Lentejuela dorada con enormes plataformas. La Galleta es como una pasta al dente: firme por fuera, suave por dentro. Tiene una capacidad admirable de retención y análisis. Apasionada, es su mejor descripción. Con ellas arreglo el mundo. Reímos, platicamos, confiamos. Las amo y admiro, así sin razones. Porque eso sí, nosotras no tenemos razones. Somos adictas al trabajo. Pertenecen a las tardes de café. Ambas decididas a aventarse al vacío, siempre y cuando estén bien sujetas en el bungee. En definitiva, tontas no son.

Ross, con esa presencia tan fuerte, pintora por vocación y de las buenas. Una feminista auténtica que rompió las reglas del hogar, así como Ethel que junto con Monse R. y Laura han sido talentos desperdiciados por la necedad de quien no ve más allá de sus narices, sin embargo no se dan por vencidas. Cristina, guapísima poeta, madre de tres caballeros medievales. Dámaris, por convicción y no por título es la feliz esposa y futura mamá. El reencuentro con las letras de otra Cristina, mejor conocida como la lata a quien admiro por su valentía y decisión.

Muchas quedan entre líneas.Ni rivalidad ni envidia caben entre auténticas damas. Aquí va la cosa leal. La fortaleza se obtiene de las decisiones tomadas con todo y sus consecuencias. La amistad, cuando una abraza a la otra y le hace saber que todo va a estar bien o cuando se acompañan a probarse ese nuevo vestido. Ser mujer en definitiva es más divertido de lo aparente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario en Laberinto de cantera.

Voz Ruda dijo...

Chiquilla, yo ando "fugada" pero vengo a verte y me encuentro esto, que lindura! Veo que tienes la herencia no solo de los ojos grandes sino del corazón grande, enorme!
Para mí ha sido un regalo conocerte, leerte y atesorar tu amistad.
Por mujeres como tu ..(como la canción..je) es que se define nuestro género.
Te abrazo con cariño Erika, muchas gracias, mil besos!

Lata dijo...

Ay manis, me haces chillars. Snif...

Un abrazote a ti tambièn :)
Gracias...